Cómo tu consumo de pornografía puede llegar a hacerte creer que eres homosexual… sin serlo

Es aterrador, pero cierto. Es aterrador pensar cómo la vida de una persona puede terminar desviándose en una dirección que se supone jamás debería haber tomado, y todo por haber comenzado a dedicar algo de su tiempo (al menos así es al principio… en algunos casos) a una actividad que muchos callan y los pocos que hablan se refieren a ella como algo natural y hasta necesario.

La estadística dice que el 17% de los adultos jóvenes habla de la pornografía de manera positiva, el 43% la acepta como si fuera simplemente una realidad de la vida en este mundo, mientras que el 36% no considera la moralidad del asunto en absoluto. Solo 1 de cada 20 jóvenes adultos dice que sus amigos consideran que la pornografía es mala.

Se repite en nuestra era lo que dijo el profete Isaías en su tiempo:

“¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”. Isaías 5:20 RVR1960

¿Pero a qué nos referimos con una vida que se desvió en una dirección que se supone jamás debió haber tomado? Bueno, el título arruina la sorpresa, el punto de giro de nuestra historia. Nadie planea ser homosexual, más bien es algo con lo que se encuentra la persona como resultado de sus vivencias y, en algunos casos, de experiencias muy específicas que se llevan a cabo en las diferentes etapas de su desarrollo personal, pero ese es tema para otro post.

Acá nos vamos a enfocar en cómo es que el consumo de material pornográfico puede llevar a pensar a una persona que siempre se sintió heterosexual, a creer que se volvió homosexual. Y para poder entender esto y darle vida a nuestra tesis lo primero que tenemos que abordar es la manera como funciona nuestro cerebro cada vez que consumimos pornografía.

Somos una creación perfecta de Dios. Concebidos en lo más íntimo y secreto como quedó registrado en el libro de los Salmos.

“Tú creaste las delicadas partes internas de mi cuerpo y me entretejiste en el vientre de mi madre. ¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo! Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien. Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto, mientras se entretejían mis partes en la oscuridad de la matriz”. Salmo 139: 13-15 NTV

Ahora bien, el placer hace parte de esa perfección, y tiene todo un funcionamiento físico. De esta manera, todo lo que genera placer estimula una región en el cerebro encargada de la recompensa, es decir de hacernos sentir bien. Esto, por supuesto, es un proceso químico en el que interviene principalmente un neurotransmisor llamado dopamina. A mayor estímulo, mayor producción de dopamina, y una mayor presencia de dopamina significa mayor sensación de placer. Algunos entendidos en el tema denominan a este neurotransmisor como ‘el yo quiero más’. Y está bien; es natural; Dios lo puso ahí.

El problema viene cuando quebrantamos la ley, que son esos límites sanos que Dios nos ha puesto para cuidarnos. En lo que respecta al tema de la pornografía podemos citar la sabiduría de Salomón cuando escribió:

“Tus ojos miren lo recto, Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, Y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal”. Proverbios 4:25-27 RVR1960

Así pues, cuando consumimos pornografía se libera una cantidad determinada de dopamina que por supuesto nos genera mucho placer. Hasta ahí, todo funciona naturalmente porque así fuimos diseñados. La cuestión es que llega un punto en que esa cantidad de dopamina ya no genera el mismo placer. El cerebro se acostumbra y se ‘aburre’, por lo que comienza a demandar más dopamina para alcanzar el mismo nivel de placer que antes sentía.

Los expertos en adicciones llaman a esto zona de tolerancia. Entonces nace la adicción. Ahora, ¿cómo hace una persona para aumentar los niveles de dopamina? Viendo imágenes cada vez más explícitas o más crudas. Esta es la razón por la cual muchas personas terminan viendo un tipo de pornografía que jamás pensaron que verían, entre ellas la pornografía homosexual. Pero no es otra cosa que la manera que la persona encuentra de generar más dopamina.

Con base en lo anterior, podemos entender por qué para algunas personas (obviamente no todos los casos son iguales), la pornografía que antes veían, ahora les parece aburrida, ya el sexo convencional entre dos personas no es tan excitante y el que involucra a una tercera persona suena mejor (tríos); pero llega el momento en que esto tampoco es suficiente, entonces llegan las orgías y así sucesivamente la cuestión se va degradando hasta dar con los más terribles descubrimientos: sadomasoquismo, pedofilia, imágenes de violaciones, exhibicionismo, relaciones incestuosas… siempre buscando una mayor excitación.

“La Muerte y el Destructor jamás se dan por satisfechos, y tampoco los ojos del hombre”. Proverbios 27:20 NVI

Ahora, en muchos casos, esa mayor excitación se encuentra en la pornografía homosexual. Entonces lo que sucede es que esta persona como ve que ya no lo excita lo heterosexual sino que solo logra obtener placer a través de las imágenes con personas de su mismo género, le queda muy fácil darse cuenta de que sus gustos han cambiado, y cada vez más difícil refutarse a sí mismo la idea de que, al parecer, se ha vuelto homosexual.

Sin embargo, esto es una mentira, no es real. Hay excitación al ver relaciones homosexuales debido a la dinámica de la adicción: el cerebro ya acostumbrado y aburrido del material inicial necesita (porque ya es adicto) imágenes más fuertes para alcanzar los mismos niveles de placer que antes sentía.

Sí, estamos diciendo que, si se deja el consumo de pornografía, con el tiempo las inclinaciones heterosexuales volverán a su cause natural. Lastimosamente esto no es tan fácil como dejar de ver pornografía y ya. En la mayoría de las veces se necesita llevar un proceso ordenado y guiado, en el que la persona pueda sacar a la luz no solo su consumo, sino lo que lo ha llevado a recurrir a este tipo de imágenes que, por lo general, no tiene nada que ver con sexo sino con asuntos más profundos del alma que no han sido resueltos.

Si te sientes identificado con lo que acabas de leer en esta publicación, ya sea porque consumes pornografía homosexual y te estás dando cuenta que tus gustos y atracciones están cambiando, o porque simplemente estás consumiendo pornografía ‘normal’, no tienes que esperar a que tu consumo se degrade; puedes revisar ahora mismo nuestra plataforma de cursos, o nuestra consejería virtual para una asesoría más personalizada.