Tu identidad impacta tu conducta

Hace unos días vi un documental sobre el impacto que tiene la vida de un papá en la de sus hijos, y la manera como este está llamado a afirmar la identidad de cada uno de ellos, sin importar que sea hombre o mujer. Entrando un poco más profundo en el terreno de la crianza, es impactante ver cómo un niño aprende de su papá lo que es ser un hombre, mientras que la niña aprende, también de su papá, el valor que tiene como mujer.

Ambos aspectos son importantes en la formación de la identidad de una persona, esto es, de lo que la persona es. Y esto es de vital importancia si tenemos en cuenta, y fue una de las frases que más resonó en mí de este documental, que nuestra identidad impacta nuestra conducta. Esto es muy revelador porque quiere decir que aquello que pensamos que somos determina en gran manera las decisiones que tomamos y, junto con ellas, las personas que afectamos ya sea para bien o para mal.

Pongámoslo en términos de un ejemplo para que todo quede más claro y práctico. Tom Peters es una persona que cree que es un perro y por lo tanto se comporta como perro. Difícilmente no conoces este caso porque se hizo viral en internet hace un tiempo, pero si no lo conocías puedes hacer una rápida búsqueda en la web que seguro lo encontrarás… junto al caso de la que se cree un gato y por ahí hay otra que piensa que es una cebra.

Ahora bien, esto de la identidad no se aplica únicamente a casos tan excéntricos e inverosímiles… aunque son ciertos. También a situaciones más cotidianas como la mía. Resulta que en mi niñez viví una época de muy poca supervisión por parte de los adultos que debían cuidarme, lo que me llevó a iniciar prematuramente mi sexualidad. Con las hormonas volando por mi cuerpo y sin un ápice de dirección responsable en este tema, pude experimentar con una vecina mi heterosexualidad, y con un amigo cercano a la familia mi… bueno, no sé si llamarle homosexualidad.

El caso es que con tan solo 8 años de edad ya había probado de ambas fuentes, y aunque en ninguno de los dos casos se trató de una relación sexual como tal, estas experiencias marcaron el inicio de una sexualidad desviada y confundida. Con el tiempo entró la pornografía a mi vida y, aunque nunca vi esta clase de material en su versión homosexual, sí recuerdo haberme sentido confundido con respecto a mi sexualidad en la adolescencia porque, quisiera admitirlo o no, me sentía un poco atraído hacia los hombres.

¿Pero qué pasó con el tema de la identidad? Aquí es donde lo retomo. Debido a esta extraña atracción que sentía hacia algunos hombres, un pensamiento comenzó a rondar mi mente: ¿Y si soy homosexual? He conocido la historia de muchos hombres que están atascados en una lucha interna muy intensa porque se excitan con la pornografía homosexual, se sienten atraídos por otros hombres, frecuentan lugares y tienen amigos gay.

Incluso hay quienes se devuelven un poco en su historia y se dan cuenta que siempre se sintieron así, diferentes. O pueden identificar el punto exacto en que surgió la confusión, a menudo relacionado con un abuso sexual y reforzado por etiquetas sociales con tintes de sentencia: marimacho en caso de las mujeres, mariquita en el de los hombres.

Con estos antecedentes, sumados a la innegable atracción que sienten por personas de su mismo género, llega un momento en que es muy difícil negar lo que aparentemente es evidente: una identidad homosexual. ¿Y si no necesariamente es así?

Cuando inicié mi proceso de libertad del pecado sexual, aprendí muchas verdades de las cuales quiero compartir al menos dos en esta publicación. La primera de ellas, es que el hecho de que sintiera atracción por personas de mi mismo género no quería decir que fuera homosexual, sino que quería decir que estaba librando una lucha con Atracción Indeseada al Mismo Sexo (AIMS). Y aquí quiero hacer énfasis en la palabra indeseada; es una atracción que no queremos que esté ahí. Si bien la sentimos, no la deseamos y estamos convencidos de que no es natural ni normal, como muchas personas quieren hacerla parecer hoy en día.

Esto fue muy revelador para mí porque entendí que ni mi pasado y ni mi pecado podían definirme. Obviamente estaban afectando mi presente, pero no podían determinar mi futuro y mucho menos quién era como persona. Este cambio de perspectiva impactó positivamente mi identidad y hasta mi manera de referirme a mi situación; porque una cosa es decir: “soy homosexual”; y otra muy diferente es decir: “tengo una lucha con AIMS”. Cuando usamos la palabra soy, estamos hablando de nuestro ser, por lo tanto, de nuestra identidad. Tenemos que ser muy cuidadosos de cómo nos referimos a nosotros mismos porque recuerda que tu identidad impactará tu conducta.

Con esto no estoy negando que exista una identidad homosexual, claro que la hay, pero es algo a lo que se llega, es algo que se va desarrollando en la persona después de pasar por una serie de etapas y situaciones en su vida. Es una mentira sembrada en forma de confusión que, con el tiempo y sin un acompañamiento adecuado, la persona termina aceptando como la realidad que la define. De esta manera, podemos decir que todo aquel que ha asumido una identidad homosexual ha pasado por una lucha con AIMS, pero no todo el que ha pasado por una lucha con AIMS termina asumiendo una identidad homosexual.

Lo que me lleva a la segunda verdad, que es precisamente la pelea que debemos librar por la verdad que está dicha y declarada sobre nosotros, los que hemos creído en el sacrificio de Jesús, y que está registrada en la Palabra. Así es, me refiero a la verdad sobre tu identidad. Si tu fe está puesta en Cristo y en lo que Él hizo, entonces eres una persona totalmente nueva que nada tiene que ver con el pecado.

Por supuesto que todavía luchamos contra la tentación y que pecamos involuntariamente porque traemos malos hábitos de nuestra vieja vida, pero quiero recordarte que tu identidad es la de hijo, la de redimido, la de escogido para buenas obras; fuiste planeado, por lo tanto hay una razón para que estés aquí… y es una buena razón, una muy poderosa. El diablo lo sabe y por eso ha fraguado toda una estrategia hecha a tu medida con el objetivo de alterar tu verdadera identidad y así desviarte del camino.

Es una lucha por la verdad que no tienes por qué librar solo. Por eso no quiero terminar sin antes recomendarte que si estás luchando con Atracción Indeseada al Mismo Sexo (AIMS), te animes a pedir ayuda en el curso que este Ministerio tiene para tal fin. Acá te dejo el link de los cursos donde puedes encontrarlo. Se llama Identidad Restaurada.