Cree lo que dice el documento
Nota del redactor: Para tener un mayor entendimiento de esta publicación, es mejor que leas primero Tu identidad impacta tu conducta.
En un artículo anterior hablé acerca de la gran importancia que tiene la identidad, ya que gran parte de nuestra conducta depende de ella. Para continuar con este tema quiero compartir contigo un extracto del libro Inexplicable, del autor Carlos Catari, en el que comparte la manera en que Dios le enseñó a apropiarse de su verdadera identidad, la cual fue duramente golpeada por su lucha con la atracción indeseada al mismo sexo.
“Después de 6 años como residente de Canadá me convertí en ciudadano de este maravilloso país. A pesar de no sentirme canadiense; de tener un acento marcado en francés y aún más en inglés; de no pensar como canadiense; de no haber nacido aquí; de no comprender la cultura a totalidad ni de disfrutar de la nieve, ni del verano como la mayoría de los oriundos; tengo un documento oficial que dice que soy canadiense, poseo un pasaporte que certifica una verdad que no siento en lo absoluto.
¿Quiere decir esto que debo esperar a sentirme como tal para finalmente serlo? Ni siquiera la pregunta tiene sentido, soy canadiense (y venezolano por nacimiento), lo sienta o no lo sienta. El papel lo dice y yo creo en la autoridad que emitió dicho certificado y punto. De hecho, es el gobierno de Canadá quien dictaminó que yo soy canadiense, no yo. Por lo que de mi parte solo queda ponerme de acuerdo con lo que ellos certifican”.
Esto fue algo que de verdad me impactó porque hay días en los que de verdad no siento nada de lo que dice la Palabra que en realidad soy. Es decir, no me siento como nueva criatura, por ejemplo. A veces me descubro pensando como lo hacía en mi vida de pecado, y soy tentado a creer que nada ha cambiado en mí, que sigo siendo el mismo de antes. Hay días en los que no me siento perdonado, sino que la culpa y la condenación me asaltan sin piedad por cosas relacionadas con mi pasado.
Hay momento en los que ni siquiera siento al Señor, no siento Su presencia dentro de mí y entonces me cuesta creer que ya estoy sentado en los lugares celestiales junto con Él, que soy heredero y que tengo entrada a Su santa presencia cuando quiera y cuantas veces quiera. Ahora bien, la gran verdad que nos saca de todo este asunto es que no se trata de sentir, sino de creer. Este mismo autor dice en otra parte de su libro que tenemos que aprender a poner en duda lo que sentimos debido a lo que dice la Biblia, y no poner en duda lo que dice la Biblia debido a lo que sentimos.
Me ha pasado lo siguiente: me despierto en la mañana, quiero entrar en la presencia del Señor, pero no lo siento. Por alguna razón no siento ese algo especial que uno siente cuando ora. Entonces comienzo a pensar: “¿Estoy en pecado? ¿Algo anda mal conmigo? ¿Estará Dios enojado?”. Y comienzo a revisar mis días previos con algo de afán, ya rayando en la desesperación, buscando una respuesta. Entonces me detengo, respiro profundo y pongo mi mirada en la siguiente verdad:
“Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia para que alcancemos misericordia y hallemos gracia para el oportuno socorro”. Hebreos 4:16 NVI
Y esta verdad me lleva a esta otra:
“Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor”. Romanos 8:38-39 NTV
Y a esta otra:
“Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida”. Romanos 5:10 LBLA
Estas verdades aplican para mí y para ti, al igual que las demás verdades que puedas encontrar en la Palabra referentes a tu identidad, esto es, a quién eres según Dios y no según la historia que tienes con el pecado. Satanás ha querido usar nuestro pasado para mantenernos esclavos a través de una identidad que ya no es la nuestra, que ya no responde al nuevo nacimiento, que no hace honor a la nueva vida que tenemos en Cristo. Ya no eres eso que te pasó y que te ha marcado durante años. Hoy Dios te dice:
“Puesto que ante mis ojos tú eres de gran estima, y eres honorable, y yo te amo”. Isaías 43:4 RVA 2015
También:
"Pero tú, Israel, eres mi siervo. Eres Jacob, mi primera elección, descendiente de mi buen amigo Abraham. Te traje de todas partes del mundo, te llamé de todos los rincones oscuros de la tierra, diciéndote: 'Tú eres mi siervo, sirviendo a mi lado. Te he elegido. No te he abandonado'. No te asustes. Yo estoy contigo. No hay necesidad de temer porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas. Te ayudaré. Te mantendré firme, te sujetaré con firmeza". (Isaías 41:8-10 MSG)
Y con este versículo que te dice que eres hijo:
“Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad.” Efesios 1: 4- 5
Y este otro que te dice que eres completo en Él:
“Porque toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en Él, y habéis sido hechos completos en Él, que es la cabeza sobre todo poder y autoridad” Colosenses 2: 9-10
Eres escogido:
“Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que vivamos en santidad y sin mancha delante de él.” Efesios 1:4
Eres perdonado:
“Dios nos rescató de la oscuridad en que vivíamos, y nos llevó al reino de su amado Hijo, quien por su muerte nos salvó y perdonó nuestros pecados”. Colosenses 1:13-14
Eres una creación maravillosa:
“Soy una creación maravillosa, y por eso te doy gracias”. Salmos 139:13
Tú, que estás leyendo este artículo, esta es tu identidad, este es tu Dios que te ama y que lo ha dado todo por ti. Dios lo ha hablado, y no solo lo ha hablado, también lo ha escrito para dejar registro de la verdad. Es lo que dice el documento (La Palabra) que fue escrito y está respaldado por la máxima autoridad de todos los tiempos: Dios mismo. Así que, ¿qué te parece si dejamos de poner nuestra atención en lo que sentimos, y simplemente creemos lo que dice el documento?
